(Especial)ÚN|Jesús Alberto Yajure.-En Polvos Azules, un emblemático centro
comercial de Lima, decenas de venezolanos esperan en largas colas. El
edificio, que tiene tres pisos y al menos un centenar de locales, gana
notoriedad entre viajeros venezolanos por el número de negocios que
exhiben carteles con banderas venezolanas y la frase en mayúsculas: "Se acepta cupo Cadivi".
Eduardo -venezolano- cuenta desde la capital de Perú cómo se transan los dólares que otorga la Comisión de Administración de Divisas a los viajeros. "Es una locura, hay colas por todos lados. Las tiendas tienen hasta dos y tres puntos en dólares y en soles. Te cargan a la tarjeta los montos en soles (la moneda peruana) y te lo pagan en dólares. Entregan facturas legales". Muchos de esos dólares que se adquirieron a Bs 6,30 regresan al país y se venden en el mercado paralelo a un precio que puede llegar a ser seis veces mayor.
En Miraflores, una zona turística de Lima, otro negocio ofrece el canje de dinero plástico por efectivo. El lugar -que está en un edificio residencial- es atendido por dos venezolanos, uno de ellos es de Puerto La Cruz (Anz), y comparten el establecimiento con dos socias peruanas.
Elizabeth, venezolana, calculó que había al menos 20 personas en aquella pequeña sala de espera. "Llegamos por recomendación. El sitio es discreto. Te pasan a una oficina pequeña y te 'raspan' la tarjeta. Atienden en promedio a 60 venezolanos por día. Los fines de semana se llena, porque ahora también van argentinos que tienen el mismo problema de control cambiario", afirma esta joven de 28 años vía telefónica desde Lima. La fiebre del cupo Cadivi está en todos lados.
Las declaraciones de distintos voceros del organismo desde 2011 revelan que se han detectado al menos seis modalidades de fraude cambiario por particulares: con divisas para estudiantes, compra y venta de cupos, fraude con viajes ficticios al exterior, declaraciones falsas de boletos aéreos, falsificación de documentos y envío de remesas.
Para cada mecanismo en el acceso a la moneda extranjera existe una trampa.
El número de venezolanos que viaja al exterior en busca de divisas a precio preferencial se dispara en países como Perú, donde el ingreso de los criollos aumentó 141% entre (enero y agosto) 2011 y 2012. "La gente en Perú reconoce a los venezolanos, los identifican por la ropa, el acento y porque saben que andan en el negocio de raspar el cupo", afirma un viajero cambiario. En 2012 también se elevaron 15% (116 millones de dólares) las remesas liquidadas por Cadivi a familiares en el extranjero.
El control cambiario y el diferencial entre la tasa oficial del dólar y su cotización en el mercado paralelo acentúan "la fiebre" del cupo Cadivi. Las prácticas y métodos de delitos cambiarios se multiplican, haciéndose más complejas en la medida en que la sequía de divisas en la economía venezolana y la subida del precio paralelo seduce a cada vez más venezolanos.
Manuel Barroso, ex presidente de Cadivi, reconoció en diciembre de 2012 a El Mundo Economía & Negocios que los raspatarjetas defraudaron al Estado 200 millones de dólares. La cifra es apenas 1% del dinero que se escapa a través de compañías fantasmas.
El economista Ángel García Banchs, presidente de la firma Econométrica, considera que las cantidades de dinero que los particulares defraudan al Estado es "pequeñísima" en comparación con "los miles de millones de dólares que las grandes mafias cambiarias manejan en grandes estafas y cobro de comisiones". Y cita las declaraciones de la ex presidenta del Banco Central de Venezuela (BCV), Edmée Betancourt -destituida tres meses después de asumir el cargo-, quien reconoció en mayo de este año que durante 2012 se aprobaron 20 millardos de dólares a "empresas de maletín". Un exorbitante monto que equivale a casi un año de importaciones desde EEUU; o que, de haber sido entregado a una sola persona, esta pasaría a ser una de las 25 más ricas del mundo según Forbes; o que también es igual a la fortuna del príncipe Alwaleed Talal Alsaud, el hombre más rico de Arabia Saudí.
Letra muerta. Pese a que la Ley de Ilícitos Cambiarios prevé penas de cárcel de tres a siete años para las personas que obtengan divisas "mediante engaño, alegando causas falsas o valiéndose de cualquier otro medio fraudulento", esto no parece desalentar a los "raspacupo".
Las consultas se multiplican en foros en Internet, un espacio al que no llegan las autoridades venezolanas. Lo que inició en Panamá, Colombia, Aruba y Curazao, pasó ahora a Perú, Ecuador, Chile, México y hasta España. Los venezolanos entran a estos foros para obtener información sobre los destinos, métodos, establecimientos que "raspan" el cupo y las comisiones que les cobran.
En la web y redes sociales los internautas intercambian direcciones de correo electrónico. Horas después llega un mensaje: "Raspamos tu tarjeta con las tasas más bajas del mercado". El remitente -quien escribe desde México- es al mismo tiempo asesor turístico y gestor: promociona hoteles, restaurantes y lugares de esparcimiento. Luego, entra en materia: "Entregamos dólares en efectivo y hacemos transferencias a cualquier parte del mundo con facturas 100% legales", dice el correo.
Hay más. Se explica que las transacciones se hacen en dos fases: primero se pasa la tarjeta, al día siguiente se entrega el dinero. Las comisiones en Ciudad de México y Puebla son de 10%; mientras que en Cancún y Playa del Carmen se cobra 12% de la transacción. Una última advertencia: "No se raspa cupo electrónico, no aceptamos American Express". Si el usuario accede, deberá contactar al gestor y enviarle información sobre sus fechas de llegada y vuelos.
Pero este no es el único caso. En otro foro en Internet dedicado a Chile, las preguntas sobre cómo y dónde "raspar el cupo" se acomodan en una columna interminable hasta que llega una respuesta. Un usuario que se identifica con seudónimo asegura que en Santiago -la capital chilena- existe una red de casinos que permite a venezolanos usar los dólares asignados a la tarjeta de crédito para comprar fichas. "Después se cambian por pesos (moneda chilena)". La persona no agrega que no sabe cuál es la cifra máxima que dejan retirar en billetes.
En Perú la situación no es distinta. Las transacciones en Polvos Azules se hacen en establecimientos que ofertan artefactos electrónicos. Otro venezolano explica el porqué: "es la única manera de justificar los gastos grandes. ¿Cómo puede alguien decir que gastó más de 600 dólares en ropa? Todo se hace por partes, con cargos distintos".
Remesas. Keyle -morena, alta, 32 años- es colombiana y desde hace 5 años vive en Petare. Toda su familia está en Cartagena, donde las casas de cambio todavía compran y venden bolívares. Cuenta que "el negocio" de las remesas es popular entre la comunidad de colombianos que reside en el país. "Hay gente que se inventa concubinatos y familias en Colombia y utiliza papeles falsos para tramitar las remesas".
En 2011, Cadivi liquidó 739,3 millones de dólares destinados a ese tipo de envíos de dinero a familiares en el exterior. Un año después el monto se incrementó 15,6% hasta llegar a 855,9 millones de dólares. 80% de las remesas familiares asignadas tienen como destino Colombia, informó el 2 de agosto José Khan, el actual presidente de Cadivi.
Por esa fecha anunció también que el organismo prepara una resolución para hacer frente a los delitos cambiarios con remesas en los que se habían detectado fraudes desde 2011 con la falsificación de documentos y trámites para obtener divisas de manera ilegal.
Y a un buen número de colombianos y venezolanos los mueve el incentivo de las ganancias. "Por enviar a Colombia 300 dólares se invierten casi 2 mil bolívares (Bs 1.890 a la tasa oficial), cuando ese dinero llega se convierte en casi 600 mil pesos colombianos que se pueden cambiar de nuevo a dólares para mandarlos de vuelta a Venezuela", dice Keyle, quien calcula luego unas ganancias exponenciales.
La Registraduría Nacional de Colombia envió 5.991 cédulas y tarjetas de identidad solo a Caracas, mientras que otras 2.000 se enviaron a Maracaibo (Zulia), según datos que difundió el pasado 15 de agosto. Son la primera y cuarta ciudad, respectivamente, a las que se enviaron mayor número de cédulas colombianas en 2012. Los documentos son necesarios para que los beneficiarios extranjeros puedan recibir remesas. Otro requisito es la constancia de residencia por una autoridad local. El número de solicitudes de estas cartas también se incrementó exponencialmente en entidades como Táchira y Zulia, en la frontera con Colombia .
El gobernador de Táchira, José Vielma Mora, dijo el lunes a ÚN que "el robo de divisas" en la entidad era "escandaloso". Detalló que habían detectado "grupos" vinculados al fraude cambiario que gestionaban remesas en dólares preferenciales que luego eran devueltos al país para la venta en el mercado paralelo, una práctica que -aseguró- "desangraba" al país con 1.200 millones de dólares cada mes.
"Se hacían hasta 14.503 solicitudes mensuales de remesas a familiares y estudiantes. Ahora son menos de 100 al mes. Era un tema de mucha corrupción", afirmó Vielma Mora.
Las medidas no tardaron en llegar. Las solicitudes de cartas de residencias en los registros de Táchira tienen ahora más restricciones: se hacen a través de un buzón que evita la intermediación de gestores; debe presentarse copia del Registro de Identificación Fiscal (RIF) y de la inscripción en el Instituto Venezolano de Seguros Sociales (Ivss); también se deben consignar constancias avaladas por un consejo comunal. Solo podrán ser entregadas por la Dirección de Política. La misma receta se aplica en el estado Zulia. Jairo Ramírez, secretario de seguridad del Gobierno, afirmó el martes a ÚN que pese a que aún no hay detenidos por delitos cambiarios, se están "controlando" los procesos para obtener la documentación que se exige para estas diligencias.
"Se está haciendo una verificación más exhaustiva de la documentación y de cada caso. Sobre todo porque había crecido el número de solicitudes y pedidos de cartas de residencia para el envío de remesas al exterior".
* Algunos nombres fueron cambiados para resguardar
la identidad de los declarantes.
** Alonso Mesía Macher
colaboró desde Perú con datos para este reportaje.
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